miércoles, 20 de junio de 2007

ARTE ROMANICO



El arte romanico en España es tan solo una variedad regional del estilo arquitectónico, escultórico y pictórico de los siglos XI, XII y parte del XIII, desarrollado en Europa.
Es fruto de la combinación armónica de diversas influencias como la romana, prerrománica, bizantina, germánica, árabe, etc. Tradicionalmente se atribuyen una serie de características generales al estilo romanico: solidez de la construcción, gran anchura de muros para poder resistir las fuerza y tensiones de la estructura, uso del arco de medio punto y bóveda de medio cañón, escasez de vanos, tendencia a la horizontalidad frente a la verticalidad del gótico (aunque esto es bastante cuestionable). Lo más atrayente de este arte es sin duda la combinación de formas arquitectónicas de un gran equilibrio y elegancia, dada su sencillez, sentido de la simetría y el orden y la utilización de escultura de una extraña belleza, muy alejada de los cánones clásicos. Esta escultura es empleada para transmitir mensajes catequéticos y simbólicos a los feligreses que podían "leer" en la piedra las enseñanzas de las Sagradas Escrituras.
En las mejores catedrales e iglesias, las fachadas, tímpanos de las puertas y ventanas, capiteles de columnas y canecillos reflejan todo un apasionante mundo teofánico donde se combinan detallados episodios del Antiguo y Nuevo Testamento con escenas pletóricas de misterio donde aparecen monstruos fabulosos de increíble imaginación que obsesivamente persuaden del peligro del pecado y sus consecuencias. Un motivo recurrente en la mayoría de las grandes iglesias y catedrales de las rutas de peregrinación es el Juicio Final en que Cristo en Majestad (dentro de la mandorla mística) aparece en los Cielos rodeado por el Tetramorfos (representación zoomórfica de los cuatro Evangelistas) dispuesto a hacer justicia entre justos y pecadores. La puerta principal de Conques es, sin duda, una de sus mejores materializaciones.
Tímpano de la portada de la catedral de Conques (Francia)
La distribución geográfica de este arte es muy amplia y alcanza buena parte de Europa con una muy alta densidad de construcciones en el norte de España, Francia, Gran Bretaña, Alemania e Italia, alcanzando otras regiones más septentrionales y orientales del continente.
Las variedades regionales propiciaron construcciones tan "originales" como la catedral de Pisa y su famoso "campanile" (Italia)
En España, dado el reparto geográfico de la península entre cristianos y musulmanes durante los siglos de su desarrollo, se extiende principalmente por su mitad septentrional. De esta manera, el romanico en Galicia (sobre todo Orense y Lugo, en La Ribera Sacra) es destacable por sus monasterios, EL romanico en Castilla y León sobre todo en Palencia, Burgos, Soria y Segovia es densísimo. Asturias, Cantabria, La Rioja, Alava, Navarra, Aragón y Cataluña también cuentan miles de construcciones.
El interés creciente que ha despertado este estilo en las últimas dos décadas ha permitido la divulgación de las construcciones más importantes, aunque un viaje por comarcas rurales en estas regiones deparará al viajero incontables sorpresas de este maravilloso arte.
Normalmente, se distinguen tres fases en la evolución del estilo, clasificación que también se hace válida para el romanico español.
Primer Romanico Nacido en el norte de Italia y extendido por el sur de Francia y norte de Cataluña y Aragón. Evoluciona a lo largo de todo el siglo XI y comienzos del XII.
Se emplea la piedra escuadrada pero no pulida, las cabeceras son de semitambor adornadas con arquillos y bandas (lesenas) rítmicamente dispuestas. Los templos se cubren con bóvedas pétreas de cañón y horno, las naves son más amplias y elevadas que los edificios prerrománicos precedentes. Se emplean el pilar y no la columna y no hay figuración escultórica.
Además de la belleza y valor histórico de estas construcciones, su combinación con un marco geográfico inigualable, como los valles pirenaicos, ha hecho de este estilo uno de los más visitados.
Segundo Romanico Procedente de Francia y difundido al principio por el Camino de Santiago, es la fase más noble del estilo, de gran belleza y equilibrio de formas. Llega a España a finales del siglo XI y comienzos del XII.
Es un estilo armonioso y pleno de escultura en canecillos, capiteles tímpanos y otras partes de la arquitectura. Su arquitectura es sobria pero de una gracia y equilibrio no alcanzados en otros estilos.
Son las principales estaciones del Camino de Santiago las primeras que van a ver levantar en este estilo puro y consolidado las primeras iglesias y monasterios. De este periodo datan la catedral de Jaca, la iglesia monástica de San Martín de Frómista, la basílica de San Isidoro de León y las primeras piedras de la catedral compostelana.
Interior y capitel de San Martín de Frómista
Además de estas construcciones, son muy destacables, dentro de esta fase, el comienzo de algunos edificios de las ciudades fronterizas de Salamanca, Segovia y Ávila, y por supuesto, los primeros monasterios burgaleses, como Santo Domingo de Silos y San Pedro de Arlanza.
Tardorromanico Es la evolución tardía del estilo. en lo arquitectónico se combinan formas romanicas y otras decididamente góticas. Se desarrolla a partir de mediados del siglo XII y comienzos del XIII. Tanto en España como en el resto de Europa esta última fase presenta dos variantes muy diferentes:
Romanico de características preciosistas. El tardorromanico evoluciona hacia formas más recargadas y preciosistas. El dominio de la arquitectura y escultura permite inventar o desarrollar volúmenes nuevos. La escultura se despega del carácter simbólico y se acerca decididamente al naturalismo. En Francia esta fase final del romanico condujo a la construcción de templos realmente espectaculares por su barroquismo. EL ejemplo más estereotipado es la espectacular iglesia de Notre Dame la Grande de Poitiers. En España se desarrolla de manera desigual este estilo tardío. Citaremos, sin embargo, como construcción emblemática, la iglesia de Santo Domingo de Soria, que contrastando con la sobriedad de esa ciudad castellana, muestra algo de la exuberancia de algunos templos franceses de Poitiers.
Fachada de Santo Domingo de Soria. (Tardorromanico)
Romanico de influencia cisterciense. Los monasterios cistercienses tuvieron un desarrollo espectacular a lo largo y ancho de Europa durante el siglo XII y parte del XIII. Francia fue de nuevo el foco de irradiación.
Parte del claustro del monasterio cisterciense de Fontenay (Francia)
se construyen a partir de la cuarta década del siglo XII en España. Como contraposición al barroquismo que el tardorromanico va introduciendo en Francia, las monasterios de los "monjes blancos" se construyen con arreglo a una gran sobriedad ornamental. Prácticamente las escenas bíblicas y sobre todo el bestiario medieval es erradicado de la escultura. Por contra, sus arquitectura es de gran calidad, con naves grandes y espaciosas, empleando abundantemente las innovaciones vanguardistas de la época, como el arco apuntado y las bóvedas protogóticas. Por influencia de estos monasterios, veremos en todas partes iglesias no monasteriales que siguiendo los preceptos cistercienses de monasterios cercanos se acogen a esta sobriedad de líneas, como en la provincia de Guadalajara.
Romanico Mudéjar Estilo exclusivamente español en el que se combinan formas estructurales románicas con decoraciones musulmanas propias de los alarifes mudéjares que iban quedando en los territorios conquistados por los cristianos a los musulmanes.
Aunque el origen de estas construcciones parece que hay que buscarlo en constructores musulmanes de Toledo, los primeros edificios se construyen en Tierra de Campos, en las provincias de León y Valladolid.
Más tarde se extiende al territorio que hoy ocupan las provincias occidentales de Castilla y León, con la mayor densidad de estas construcciones en la comarca llamada "Tierra de Pinares" que se encuentra a caballo de Valladolid, Salamanca, Ávila y Segovia
Los volúmenes son básicamente los mismos que los románicos de piedra, limitados por las diferencias de material. Se usa mucho el juego de arcos ciegos, alfices, frisos de esquinillas o ladrillos a sardinel para adornar los muros, que pierde -sin embargo- la figuración escultórica, tan querida por el románico pétreo.

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