lunes, 2 de julio de 2007

RUFINO TAMAYO


Nacido en Oaxaca, pintor mexicano cuyo estilo combina temas populares autóctonos con las formas artísticas de la vanguardia europea como el cubismo. Rufino Tamayo estaba entre los artistas amigos de la revista Contemporáneos de la ciudad de México, la cual buscaba lo universal de lo nacional y luchaba en contra de la politización del arte postulada por el muralismo mexicano.
Para Tamayo la politización significaba emplear recursos no artísticos para hacerlos pasar por artísticos. Su obra evolucionó de una pintura de pequeñas dimensiones (con un color insensible a las influencias posimpresionistas) a un cromatismo mucho más brillante al servicio de la temática social.

Tamayo también recuperó la pintura de caballete, que combinó con la pintura mural de carácter social, como La revolución (1938, Museo Nacional de Antropología), tras lo cual marchó a vivir a Nueva York. En obras como Mujeres de Tehuantepec (1939, Galería Albright-Knox, Buffalo, Estado de Nueva York), dispone las figuras fuertes y monumentales del arte tradicional mexicano en una sutil y compleja composición inspirada en el cubismo francés.

El mexicano llegó a realizar, en los años 40, una pintura que combina rotunda figuras y colores, llevando al color al predominio total en la obra. Su color iba de la inspiración popular al refinamiento con riqueza de matices y elocuentes animismo.
El color devino en ser el protagonista de su pintura junto a las figuras antropomórficas que, acentuaron sus proporcione precolombinas y se tornaron casi símbolos. Sus obras gozaron de un reconocimiento internacional, que derivó en encargos para amplias decoraciones murales como Homenaje a la raza (1952), en París, o México hoy (1953, Palacio de Bellas Artes, México). Le siguieron otros murales como América (1956, Banco del Suroeste, en Houston), el de mayor envergadura que ejecutó, y para el nuevo edificio de la UNESCO en París realizó Prometeo (1958) y, posteriormente, Eclipse total (1977).

Muchas de sus obras siguientes en la década de 1950 desarrollaron esta tendencia hacia la abstracción unida a un estilo sumamente emocional y violento. Tamayo fue un gran conocedor del arte prehispánico y en 1974 donó su espléndida colección de piezas de ese periodo a su ciudad natal. En la capital mexicana se encuentra el museo que lleva su nombre y que fue inaugurado en 1981.
Se trata de uno de los centros de arte contemporáneo más modernos del mundo en el que se exhiben obras de más de 150 artistas internacionales. La donación del museo y de casi la totalidad de su acervo artístico al pueblo de México representó una de las mayores satisfacciones para el pintor y artista gráfico.
Además de sus obras monumentales, la permanencia de Tamayo radica en la belleza de los retratos que pintó de su esposa Olga y en la sensualidad que despiertan sus inolvidables cuadros de sandías.
Rufino Tamayo incursionó en las intimidades míticas del componente indígena de su país. Dejó atrás la bellomanía y el naturalismo propio de occidente, adoptando trazos primitivos, por ser los tempranos del Hombre y son precisamente líneas triviales o comunes en cualquier ser humano.


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