miércoles, 4 de julio de 2007

INSTALACION GABRIEL OROZCO



Armado de un carboncillo en cada mano, Gabriel Orozco extendió sus brazos y dibujó dos semicírculos sobre la gran pared blanca de la Sala Nacional del Museo del Palacio de Bellas Artes.
El dibujo Estela, que se alza sobre la pieza Piedra que cede, recibe al visitante de la exposición Gabriel Orozco, que reúne alrededor de 140 obras, entre escultura, dibujo, fotografía, pintura e instalación, montada en las ocho salas del máximo recinto cultural del país.
¿Qué es lo que el artista quiere manifestar al espectador? La Sala Nacional, expresa Orozco, tiene ''ese peso de un lugar donde se define culturalmente un país. Entonces, tal vez plantear esa cosa como la idea de un ser nacional y qué es en este momento, es interesante. Esta sala de algún modo trata de reflexionar al respecto. Por eso es tan importante este centro en mi exposición".
Al final del recorrido por la muestra, Orozco retoma le pregunta inicial. El binomio central de la Sala Nacional, Estela y Piedra que cede, encierra ''mucho de lo que para mí puede ser una definición del ser. Ya si es el ser nacional o internacional es secundario. Pero sí, la idea de un ser o un individuo, su escala, su interacción con el paisaje, el mundo que lo rodea, a su propio cuerpo, y tal vez esa noción de vacío allí es importante, en el sentido de vaciarse para poder tener una experiencia más intensa y desprejuiciada con la realidad".
Multiplicidad de técnicas
Orozco procura ''ese vaciamiento del ego, del prejuicio para que el momento de contacto con lo real sea más iluminador, más intenso, que se vea enriquecido por una relación dialéctica entre el individuo y lo que lo rodea, en mi caso yo haciendo mi trabajo. Eso es lo que va definiendo no sé si llamarlo un estilo artístico, pero sí una manera de ver el mundo, de actuar, donde uso muchas técnicas diferentes.
''Pero siempre está ese individuo definiéndose en su vaciamento en relación con sus encuentros con la realidad, tratando además de que ellos sean siempre de algún modo nuevos, porque no tienen prejuicios, no tienen una noción de territorialidad o de conquista o de represión hacia lo real, sino al revés: tratar de dialogar con ello. Así uno se va definiendo, construyéndose cotidianamente como individuo.






''La suma de todo eso es lo que construye finalmente las naciones. Por eso espero que esa pieza en la Sala Nacional tenga ese peso, ese sentido, que se entienda el gesto que está allí.''
De acuerdo con la curaduría de Patrick Charpenel, la Sala Nacional alberga obras que tienen que ver con el cuerpo humano y la geometría. Con ese propósito se logró que el Museo de Arte de Filadelfia prestara la obra tal vez más emblemática de Orozco: Papalotes negros (1997), que es un cráneo con dibujos geométricos.
Para Mercedes Iturbe, directora del Museo del Palacio de Bellas Artes, será díficil que la pieza vuelva a venir a México, por ser la que más se solicita en préstamo al museo estadunidense.
También está otra creación de Orozco muy conocida: Mis manos son mi corazón (1991), realizada por el artista al presionar terracota entre sus manos. No podrían faltar sus mesas de trabajo, con una heterogeneidad de objetos, desde sus escudos del Partido Comunista, muy ordenados, eso sí, amén de dibujos y fotografías.
La Sala Diego Rivera parece haberse encogido con la colocación del pabellón de madera Sombras entre aros de aire, presentado en la Bienal de Venecia de 2003. Esta pieza arquitectónica, al hacerse en madera, aparte de tratarse como una escultura, también se convierte en maqueta, pero a escala de 1:1.
Entonces, la pieza concebida originalmente por el arquitecto Carlos Carpa como un pabellón para escultura, sigue funcionando como tal, porque el cuarto también contiene objetos de Orozco, así como fotografías que tienen que ver con la arquitectura, es decir, de intervenciones o de espacios encontrados por el artista.
Las salas del piso superior muestran sus cuadernos de trabajo, y las distintas vertientes que ha seguido su obra sobre papel; su rencuentro con la pintura, después de negar ser pintor; la obra Mi mano es la memoria del espacio (1991), un abanico de miles de cucharitas de madera para comer helado, y un espacio que combina esculturas en terracota con fotografías.
Espumas colgantes
Para Gabriel Orozco la idea de considerarse escultor queda ''muy clara" en la Sala José Clemente Orozco. El artista suele decir que, como fotógrafo, ''actúo como escultor". Aunque emplea la fotografía, siente que es ''una investigación escultórica en fotografía".
En la planta baja la Sala Justino Fernández se redujo y se neutralizó para alojar sus ''espumas" colgantes, hechas con poliuretano expansivo del que se usa en construcciones para sellar. Al mezclarse, explica el expositor, empieza a expandirse como una burbuja hasta que muy rápidamente se seca y se detiene la reacción química. Son piezas que Orozco vació sobre látex, hamacas, entre otros ''recipientes", lo que hace ''estos escurrimientos que, luego, uno sobre otro, generan conexiones muy raras".
También ha colocado tres dibujos hechos en 1983, cuyas formas se relacionan con las espumas.
La última sala, la Paul Westheim, tiene que ver en gran medida con un proyecto personal de Gabriel Orozco, la construcción de una casa en la costa de Oaxaca, cuyo punto de partida es el observatorio de Jantar Mantar, en Nueva Delhi, caído en desuso, que el artista conoció en 1997 .


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John Baldessari (Artista Conceptual)







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http://www.rolexmentorprotege.com/es/visual-arts/john-baldessari/index.jsp

www.mai36.artgalleries.ch/index.html?&page_id=108


Perejaume





Perejaume une fotografía, pintura y arte por ordenador en su proyecto del Liceo
El artista reproduce las antiguas bucatas en los óculos del techo del Gran Teatro
NURIA CUADRADO
BARCELONA.- Una montaña de butacas. Los Pirineos de Perejaume en el techo del Liceo. La comisión ejecutiva del Gran Teatro del Liceo aprobó ayer la propuesta de una comisión técnica de encargar a Perejaume la realización de los ocho óculos del techo y los tres del proscenio del teatro.
El artista presentó al concurso restringido convocado por el teatro el proyecto La platea abrupta que, combinando técnicas fotográficas, pictóricas y de tratamiento por ordenador, inserta las antiguas butacas del teatro en un paisaje montañoso.
Perejaume deberá haber plasmado sus bocetos en el techo de la sala antes de la inauguración del teatro, prevista para la primera quincena del próximo mes de octubre.
«Se valora positivamente el estudio preciso y profundo del lugar, la fuerte interiorización de qué es y qué significa el Gran Teatro del Liceo; la manera de intervenir y de transformar el espacio; el cromatismo que establece un profundo contraste entre el grana aterciopelado y el dorado de las molduras», destaca del proyecto presentado por Perejaume la comisión técnica que lo ha escogido ganador y ha descartado los presentados por Ferran García Sevilla y Frederic Amat.
El organismo está presidido por el arquitecto encargado del proyecto de reconstrucción, Ignasi de Solà-Morales, e integrada por tres críticos de arte -Daniel Giralt-Miracle, Victòria Combalia y Rosa Queralt- y el presidente de la asociación de galerías de Barcelona, Carles Taché.
Sintonía
Esta comisión también valora de La platea abrupta «la brillante solución a la hora de resolver los medallones del proscenio y, como consecuencia, la sintonía con el telón de boca de Antonio Miró; los mecanismos de asociación y los niveles de lectura que ofrece la propuesta, sugerentes y poéticos; el papel activo y determinante del espectador, situado en medio de la realidad y la representación, así como la integración de una tradición pictórica propia [Urgell, Martí, Alsina, Caba...], en perfecto equilibrio con un planteamiento netamente contemporáneo».
Tanto la comisión como el propio artista reconocieron ayer, durante la presentación tanto del proyecto ganador como de los dos perdedores, que desconocían por el momento cuál sería la técnica utilizada para la plasmación de esta idea en los óculos del techo y en los del proscenio.
«Al principio pensé en hacerlo en óleo sobre mesa, que sigue siendo una de las posibilidades, aunque después también hemos valorado la posibilidad de ampliar fotográficamente los bocetos presentados, y yo trabajé sobre ellos pictóricamente», explicó Perejaume.
La imagen del futuro Liceo ya está completa, ya que ayer también se presentaron los bocetos preliminares de la lámpara que ocupará una posición central en el techo de la sala con los ocho óculo diseñados por Perejaume a su alrededor. La lámpara, de la que todavía ultiman los detalles Bioca y Botey y el arquitecto Ignasi de Solà-Morales, no tendrá tan sólo una función decorativa, ya que también esconderá la infraestructura técnica necesaria para la iluminación de la escena, que se mantendrá oculta antes de las representaciones y que aparecerá en el momento de empezar la representación.
Perejaume reconoció ayer que no quiere dejar «trazos de autor» en el techo del Liceo. «Quería una obra anónima, por eso me preocupó que el proceso de creación fuera frío y trabajé sobre fotografías con la ayuda del ordenador». El artista no ha querido dejar rastros de su presencia, pero sí ha pretendido que pasado presente y futuro convivan en el techo y en el proscenio de la sala.
«El Liceo, más que el género o el público, es un espacio de representación», un lugar que Perejaume contempla como «un enorme faro proyector». Así que el artista, que siempre ha visto cómo su obra se fundía con la idea de territorio, ha construido con las butacas del Liceo un paisaje montañoso, que define como un «Pirineo confortable».

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http://www.enfocarte.com/3.21/perejaume.html

Documenta de kassel

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http://universes-in-universe.de/car/documenta/11/frid/espanol.htm

Sol LeWitt (Arte Conceptual)

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http://greggchadwick.blogspot.com/2007/04/no-fear-of-beauty-sol-lewitt-in-san.html

http://www.metmuseum.org/special/Sol_LeWitt/images.asp

Joseph Kosuth

http://artecontempo.blogspot.com/2005/09/joseph-kosuth.html

http://www.noviembre.org/e-norte/html/index.php?name=News&file=article&sid=477

lunes, 2 de julio de 2007

PINTURA LATINOAMERICANA



El arte en América Latina es heterogéneo. Se trata de la expresión de un continente con más de 21 millones de kilómetros cuadrados de territorio, con un pasado precolombino diverso, colonizado por españoles, portugueses, alemanes, con gran porcentaje de población indígena o descendiente de africanos y orientales, con distintos ordenamientos administrativos y gubernamentales.
Sin embargo, de la misma manera como la historia social, política y económica de los países latinoamericanos es diversa pero revela algunos rasgos similares, también su acontecer artístico presenta coincidencias y grandes diferencias en su paso hacia la modernidad y posterior desarrollo.
Los aspectos mas relevantes de la historia del arte en América Latina, con sus principales exponentes y tendencias, se encuentran representados en la Colección del Banco de la República, un proyecto en el cual se han empleado más de cuatro decenios de investigación y esfuerzos económicos.
En ella, a través de más de 250 obras, entre pinturas, dibujos, acuarelas, grabados, instalaciones, fotografías y nuevos medios, de trece países, se ejemplifican las características que dominaron el panorama artístico, tales como la corriente nacionalista-indigenista suscitada por el muralismo mexicano o el constructivismo racional simbólico de la Escuela del Sur, impulsado por el uruguayo Joaquín Torres-García, que trascienden y repercuten en casi toda América.
También están representados el expresionismo abstracto, el arte geométrico y cinético y la nueva figuración, surgidos cuando se consolida la modernidad en la década de los cincuenta en algunas regiones, así como las nuevas tendencias en que predomina un arte de carácter conceptual y posmoderno.
La colección es un proyecto vivo, que crece día a día no sólo para estar alerta a las propuestas contemporáneas sino para ofrecer una visión mas clara de los hechos y figuras relevantes. Con este mismo interés por conocer las diversas manifestaciones del arte en el continente, el Banco de la República ha organizado exposiciones como Ante América; Por mi raza hablará el espíritu; De Brasil: alquimias y procesos, y la gran muestra Joaquín Torres García: armonías y resonancias.
Después del rompimiento con los cánones académicos, en los albores del siglo XX, sobrevino la búsqueda de una identidad americana, de un arte propio universal, al igual que de una nueva estética.
Los jóvenes americanos formados en escuelas de arte europeas y los grupos intelectuales, literatos, pintores y poetas incidieron en la asimilación de las vanguardias del viejo continente. También fue determinante la proyección de figuras singulares como Reverón, Figari, Joaquín Torres-García, Lam, Peláez, Tamayo, Soto y Matta, entre otros.
Se sumaron hechos como la celebración en Brasil de la Semana do Arte Moderno en Sao Paulo, en 1922, reflejo de inquietudes por encontrar una forma de expresión que encarnara la diversidad cultural, el Manifiesto Pau-Brasil, en 1924, y el Antropofágico, en 1928; luego las revistas Arturo, en Argentina, y Renovación, de Torres-García, en Uruguay.

ARTE DE RUPTURA EN MEXICO



En los años 50 los pintores estaban en contra de retratar el pasado histórico mexicano para sus obras, como lo había sido a principios de siglo con los muralistas Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco. Los pintores ahora querían expandir su mente y empezar tomar diferentes estilos que los caracterizaran entre todos los demás y entre todas las monótonas obras del pasado.
Grandes pintores perfilaron en este movimiento como lo fue : Rufino Tamayo, José Luis Cuevas, Pedro Coronel, Gunther Gerzo, Arnold Belkin, Carlos Mérida, Roger Von Gunten, Vlady, Cordelia Ureta, Remedios Varo, Mathias Goeritz, Francisco Zúñiga y Francisco Toledo. Todos y cada uno de ellos crearon un estilo particular en sus pinturas y revolucionaron el arte en México.
Rufino Tamayo fue un gran pintor que sobresalió con su arte figurativo, desde su tierra natal, Oaxaca. Fue el primero en romper la conexión que tenía el movimiento muralista con el arte contemporáneo de México. Sus pinturas eran siempre muy coloridas, con detalles mexicanos muy propios de sus obras. Fue influenciado por Picasso pintando siempre objetos de la vida diaria, como serían las sandías, un parque o una casa.
José Luis Cuevas asistió a la Escuela Nacional de Pintura y Escultura “La Esmeralda” en la Ciudad de México. Posteriormente estudió en la Institución de Enseñanza Universitaria de la misma ciudad. Durante sus primeros años con la Galería Prisse en el DF, se unió a un grupo de jóvenes pintores entre los que estaban Alberto Gironella, Enrique Echeverría, Pedro Coronel, Manuel Felguérez y Francisco Icaza, todos, posteriormente parte del movimiento de la Ruptura. Fue un gran pintor, dibujante y grabador. Aunque su obra es reconocida en sus tres habilidades, siempre se destacó mejor como pintor. Desde muy joven ya tenía exposiciones en galerías de Los Ángeles o Nueva York. Sus pinturas eran caracterizadas por retratar figuras humanas con características muy grotescas y siempre utilizando una gama de colores muy limitada.
Pedro Coronel nació en Zacatecas y desde 1950 en adelante el se convierte en un reconocido pintor en México y en el mundo. Sus pinturas estaban basadas en figuras humanas, paisajes u objetos con una genial presentación como arte abstracto.

Gunther Gerzo aún sin ser mexicano muchas de sus más famosas obras las hizo en México, enriqueciendo el movimiento cultural que e esa época se llevaba a cabo y es por eso que s ele reconoce. Fue un magnífico pintor abstracto. Todas sus pinturas podrían ser interpretadas de un millar de formas diferentes ya que todo entraba en la perspectiva del espectador. Sus pinturas eran muy emotivas y con un fin psicológico que despertaban sentimientos en el espectador.
Arnold Belkin también hizo muchas de sus obras en México. Sus obras eran caracterizadas especialmente y sobre todas las cosas por el usos de colores extremadamente chillones en una armonía generalmente abstracta. Era similar al pop art que se daba en los Estados Unidos con figuras como Andy Warhol o Roy Lichtenstein. La diferencia es que Belkin creaba sus propia imagen y los estadounidense tenían esta manera específica de protestar contra el termino que la sociedad le había dado al arte haciendo replicas o series de cosas muy triviales como escenas de comics o lastas de sopa Campbell.
Carlos Merida fue un gran pintor mexicano. El también utilizo el arte abstracto para romper esquemas pero con un toque diferente a los demás. El también utilizó de inspiración la arquitectura maya con representativas características en sus pinturas. Toda su obra la hizo en México y fue parte de los pintores que utilizaban el abstracto figurativo, que significa que a pesar de que en sus pinturas no estas viendo un ser humano per sé, puedes distinguir trazos o figuras similares a las de un humano real.
Roger von Gunten nació en Suiza y como ya era de costumbre en los artistas revolucionarios de esta época, viajó a un país foráneo a su cultura o al estilo que predominaba en Europa, para poder encontrarse con otro mundo, llamado México. También utilizó el abstracto figurativo en sus pinturas pero siempre con un contraste muy bajo lo cual hacía difícil identificar las figuras en sus obras.
Vlady es el pseudónimo de un pintor ruso, que de hecho vive en Cuernavaca, y creó una nueva técnica de pintura llamada impasto. Sería como poner grandes plastas de pintura encima de otras para crear un cierto efecto de profundidad. Fue un gran engraver con la característica madre e la Ruptura, el uso de abstracto figurativo.
Cordelia Ureta perteneció al fenómeno artístico encabezado por André Breton en México: el surrealismo. Ella fue una artista mexicana, aunque no tan famosa como lo fue Remedios Varo (otra pintora surrealista) sus pinturas ricas en una atmósfera abstracta de color, la hacen merecedora a una mención como las impulsadotas de éste movimiento.
Remedios Varo realizó en México su obra más esplendorosa, con características abstractas y surrealistas tomadas de Europa. La clase de pintura que ella creó fue llamada alucinación por sus alocadas características y personajes.
Alberto Gioronella fue un innovador de su tiempo. Su obra 100% mexicana fue tan propia de él que creó un nuevo estilo llamado “Ensamblaje”. Este estilo constaba en crear una obra con partes de otras. Podrías tener imágenes de “Las Meninas del Rey” de Vasconcelos en una esquina o tener esculturas francesas del siglo XVI en otra y así conformar un cuadro donde la composición es formada por otras composiciones. Fue muy popular en el siglo XX.
Mathias Goeritz nació en Austria y aunque es reconocido como escultor, s inspiración viene de los dibujos y arte de otras personas. Proyectos tan famosos como la “Ruta de la Amistad” para las olimpiadas del 68 en México, La “osa Mayor” en el Palacio de los Deportes y las “Torres de Satélite” en México
Francisco Zúñiga fue un pintor costarricense que vivió en México haciendo un arte figurativo pero sin nada de realismo, totalmente apegado a la interpretación personal del artista. Su arte era tradicional, lleno de color, clásico. Sus humanos eran generalmente formados por figuras geométricas,
Francisco Toledo fue un pintor mexicano en continúo ascenso y fama. Sus pinturas eran muy grandes y estaban conformadas por figuras de animales fantásticos y exóticos, envueltos en una atmósfera erótica. Fue un pintor, engraver y dibujante. Es originario de Oaxaca.
Estos son los artistas más famosos y con la más perdurable del movimiento de la Ruptura en México. Aquí se marca el comienzo de la nueva era del pensamiento artístico, la creación d espacios nacionales para la pintura y el libre pensamiento para retratar cualquier cosa, sin seguir los estándar de academias o de sociedades. México se enaltece al tener a tales personalidades mundiales en su historia artística.


JOSE CLEMENTE OROZCO



Pintor mexicano, nacido en Zapotlán el Grande, Jalisco, en 1883. Aún siendo un niño, conoció a José Guadalupe Posada, el ejemplo de cuyos grabados lo indujo a interesarse por la pintura.
Orozco se traslada Junto con su familia a Guadalajara y luego a la capital de la República, a donde llegó en 1890.Estudia la carrera agrícola y sigue clases de arte con Gerardo Murillo en la Academia de San Carlos entre 1906 y 1914. Trabaja como ilustrador y dibujante satírico durante los años de la Revolución Mexicana y crea pinturas y litografías cuyos temas son sacados de bares y ambientes de prostitución, repitiendo algunos temas de la escuela francesa, aunque de forma muy personal.

Hace su primera exposición individual en la librería Biblos de Ciudad de México en 1916. Al año siguiente viaja por Estados Unidos y vive en San Francisco y Nueva York pintando carteles.
Su estilo heroico esta fundado en un realismo de carácter expresionista, conscientemente ligado a las viejas tradiciones artísticas mexicanas, de violento dinamismo y amplísima factura.
En 1920, de regreso a México, colabora con Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en el programa muralista patrocinado por el gobierno. Los primeros murales se ejecutan en la Escuela Nacional Preparatoria de Ciudad de México (1923-1926); en el titulado La Trinchera muestra ya su estilo más característico: líneas diagonales, ángulos oblicuos y una paleta reducida a los colores blanco, gris y marrón. Aunque los soldados están dibujados de forma naturalista, con posterioridad, las figuras se vuelven más estilizadas, formuladas como tallas medievales.
En el año 1922 se unió a Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros en el sindicato de pintores y escultores, intentando recuperar el arte de la pintura mural bajo el patrocinio del gobierno.

En 1927 regresa a los Estados Unidos y durante los siguientes cinco años realiza numerosos murales. Su primer viaje a Europa tiene lugar en 1932. Entre 1936 y 1939, pinta murales en Guadalajara, en el Paraninfo de la Universidad, los Hospicios de Cabañas y en el Palacio de Gobierno. A diferencia de Rivera y Siqueiros, Orozco retrata la condición humana de forma apolítica; se interesa por valores universales y no insiste tanto en valores nacionales, de ahí que sus imágenes más características comuniquen la capacidad del hombre de controlar su destino y su libertad ante los efectos determinantes de la historia, la religión y la tecnología.
Es un pintor, no un ideólogo por tanto, su obra no tiene intención propagandística. En los murales del Paraninfo, la crítica a los errores del marxismo es patente en las figuras famélicas y hambrientas. Añade a su habitual paleta colores verdes, amarillos y rojos que acrecientan la expresividad de estas obras.
En 1946 recibe el Premio Nacional de Arte y Ciencias de México y en 1947 expone en el Palacio de Bellas Artes; muere en Ciudad de México en 1949, siendo enterrado en la Rotonda de los Hombres Ilustres, en la Ciudad de México.
Su obra está presente en la Bienal de Sao Paulo de 1961 y el Museo Nacional de Lima (1964) y el Museo de Arte Moderno de Oxford (1980), le dedican retrospectivas.


RUFINO TAMAYO


Nacido en Oaxaca, pintor mexicano cuyo estilo combina temas populares autóctonos con las formas artísticas de la vanguardia europea como el cubismo. Rufino Tamayo estaba entre los artistas amigos de la revista Contemporáneos de la ciudad de México, la cual buscaba lo universal de lo nacional y luchaba en contra de la politización del arte postulada por el muralismo mexicano.
Para Tamayo la politización significaba emplear recursos no artísticos para hacerlos pasar por artísticos. Su obra evolucionó de una pintura de pequeñas dimensiones (con un color insensible a las influencias posimpresionistas) a un cromatismo mucho más brillante al servicio de la temática social.

Tamayo también recuperó la pintura de caballete, que combinó con la pintura mural de carácter social, como La revolución (1938, Museo Nacional de Antropología), tras lo cual marchó a vivir a Nueva York. En obras como Mujeres de Tehuantepec (1939, Galería Albright-Knox, Buffalo, Estado de Nueva York), dispone las figuras fuertes y monumentales del arte tradicional mexicano en una sutil y compleja composición inspirada en el cubismo francés.

El mexicano llegó a realizar, en los años 40, una pintura que combina rotunda figuras y colores, llevando al color al predominio total en la obra. Su color iba de la inspiración popular al refinamiento con riqueza de matices y elocuentes animismo.
El color devino en ser el protagonista de su pintura junto a las figuras antropomórficas que, acentuaron sus proporcione precolombinas y se tornaron casi símbolos. Sus obras gozaron de un reconocimiento internacional, que derivó en encargos para amplias decoraciones murales como Homenaje a la raza (1952), en París, o México hoy (1953, Palacio de Bellas Artes, México). Le siguieron otros murales como América (1956, Banco del Suroeste, en Houston), el de mayor envergadura que ejecutó, y para el nuevo edificio de la UNESCO en París realizó Prometeo (1958) y, posteriormente, Eclipse total (1977).

Muchas de sus obras siguientes en la década de 1950 desarrollaron esta tendencia hacia la abstracción unida a un estilo sumamente emocional y violento. Tamayo fue un gran conocedor del arte prehispánico y en 1974 donó su espléndida colección de piezas de ese periodo a su ciudad natal. En la capital mexicana se encuentra el museo que lleva su nombre y que fue inaugurado en 1981.
Se trata de uno de los centros de arte contemporáneo más modernos del mundo en el que se exhiben obras de más de 150 artistas internacionales. La donación del museo y de casi la totalidad de su acervo artístico al pueblo de México representó una de las mayores satisfacciones para el pintor y artista gráfico.
Además de sus obras monumentales, la permanencia de Tamayo radica en la belleza de los retratos que pintó de su esposa Olga y en la sensualidad que despiertan sus inolvidables cuadros de sandías.
Rufino Tamayo incursionó en las intimidades míticas del componente indígena de su país. Dejó atrás la bellomanía y el naturalismo propio de occidente, adoptando trazos primitivos, por ser los tempranos del Hombre y son precisamente líneas triviales o comunes en cualquier ser humano.


DAVID ALFAROS SIQUEIROS



Siqueiros nació en Chihuahua en 1896; aunque se sabe gracias a Raquel Tibol que fue registrado en la ciudad de Irapuato, además de que su padre lo llevó a vivir a Irapuato, Guanajuato, donde realizó sus primeros estudios bajo la vigilancia de sus abuelos Antonio y Eusebia Alfaro, quiénes dejaron honda huella en su formación. Al morir su abuela, Siqueiros y sus hermanos fueron internados en escuelas maristas de la Ciudad de México, más tarde ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y a la Academia de San Cárlos. Cuando contaba con 16 años, Siqueiros abandonó su hogar por diferencias políticas con su padre y se fue a vivir con su amigo José Urbina; logró conseguir un empleo como profesor de dibujo, con lo que logró sostenerse. Poco después se unió con sus amigos Jesús Soto y Juan Olaguibél para dirigirse al puerto de Veracruz, invadido entonces por los norteamericanos; fue allí donde decidió unirse al ejército Constitucionalista; lo que hizo en 1915 en la campaña a las órdenes de Manuel M. Diéguez; en 1917 Siqueiros ya era Capitán y fue enviado a Europa como agregado militar para las embajadas de España, Italia y Francia, en el año de 1919; permaneció en el frente hasta 1918. Alfaro Siqueiros se comprometió desde entonces y para siempre con las luchas populares: durante la Guerra Civil Española de 1936-1939, luchó como voluntario; también estuvo presente en Egipto en 1956, cuando Gamal Abdel Nasser nacionalizó el Canal de Suez. En México fue Militante del Partido Comunista, hasta su muerte; sufrió en varias ocasiones la cárcel por sus diferencias políticas. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes en la Ciudad de México. Participó en la renovación del fresco iniciada con el patrocinio del gobierno, pintando murales en diversos edificios públicos, así como, más tarde, en los Estados Unidos. Tuvo una relación a los dieciséis años con Maria Fernanda del Cáliz. En 1940 organizó y dirigió el atentado del 24 de mayo contra León Trotsky en su casa de Coyoacán, por lo que también fue encarcelado. Era un activista político, al mismo tiempo que artista. Sus murales de asunto social pronto alcanzaron fama en el hemisferio occidental. En 1962, fue condenado a ocho años de prisión por organizar disturbios de estudiantes de izquierda en 1960, esto es, cuando Siqueiros tenía sesenta y cuatro años de edad. Dos años después fue perdonado. Falleció en Cuernavaca, Morelos, en 1974.


Obra



Su obra se enmarca en el grupo de pintores y muralistas mexicanos, junto a Diego Rivera y José Clemente Orozco. Estos muralistas expresionistas mexicanos anticiparon las tendencias neorrepresentativas o neoicónicas que se dieron hacia 1960, como reacción contra el informalismo de la década de 1950.
Sus frescos en exteriores se dedicaron a temas revolucionarios y sociales, para inspirar a las clases bajas. Son pinturas llenas de color, que representan figuras con emociones intensas.
Después de ser liberado de la cárcel en los años 1960, creó una de sus obras más monumentales, La Marcha de la Humanidad, en el hotel Parque de Lama (Ciudad de México). Actualmente es el Polyforum Cultural Siqueiros.
Otras obras destacadas: sus murales del Museo Nacional de Historia y de la Escuela Nacional Preparatoria de Guadalajara

DIEGO RIVERA


Nació el 8 de diciembre de 1886 en la ciudad de Guanajuato y a partir de 1896 comienza a tomar clases nocturnas en la Academia de San Carlos de la capital mexicana, donde conoce al célebre paisajista José María Velasco. En 1905 recibe una pensión del Secretario de Educación, Justo Sierra y en 1907 recibe otra del gobernador de Veracruz que le permite viajar a España e ingresar al taller de Eduardo Chicharro en Madrid. A partir de entonces y hasta mediados 1916 alterna su residencia entre México, España y Francia, relacionándose con intelectuales como Alfonso Reyes, Pablo Picasso y Ramón María del Valle-Inclán. Ese mismo año nace un hijo con su primera esposa, la pintora rusa Angelina Beloff; hijo que moriría al año siguiente.
En 1919 nace su hija con Marie Marevna Vorobev-Stebelska, Marika Rivera Vorobev (imágenes de la hija de Rivera: en un lienzo de su padre o en fotografía), que nunca reconocería pero sostendría económicamente. En 1922 ingresa al Partido Comunista Mexicano y empieza a pintar sus murales en los edificios públicos de la Ciudad de México, su arte influencia el Movimiento Muralista Mexicano y Latino Americano . Ese mismo año se casa con Lupe Marín, también conocida como la Gata Marín, la cual era la muchacha que limpiaba la casa en donde éste vivía mientras hacía el mural de la Escuela Nacional Preparatoria. Era una indígena mexicana de piel morena, larga cabellera negra y ojos verdes. Con ella tiene dos hijas: Lupe, nacida en 1925 y Ruth, nacida en 1926. En 1927 se divorcia de Marín y es invitado a los festejos de los primeros diez años de la Revolución de Octubre en la Unión Soviética. En el año de 1929 contrajo terceras nupcias con la pintora Frida Kahlo. Durante los siguientes cuatro años realizaría numerosas creaciones en los Estados Unidos donde su temática comunista desataría importantes polémicas en la prensa, especialmente su mural con la efigie de Lenin en el Rockefeller Center de Nueva York que es finalmente destruido. En 1936 promueve la demanda de asilo de León Trotsky en México que se concreta el año siguiente. Para 1940 ya se había distanciado del célebre disidente ruso y se había divorciado de Frida Kahlo. En 1950 ilustra Canto General de Pablo Neruda y en 1955 se casa con Emma Hurtado y viaja a la Unión Soviética para ser intervenido quirúrgicamente. Falleció el 25 de noviembre de 1957 en la Ciudad de México y sus restos fueron colocados en la Rotonda de los Hombres Ilustres, contraviniendo su última voluntad.
En el Mural que se encuentra en el Palacio de Gobierno, Diego Rivera pinta a sus esposas y amigos. Lupe Marín se encuentra pintada a un lado de Frida Kahlo y junto a otra esposa de Diego.


MURALISMO MEXICANO



El arte de Latinoamérica de todo el siglo XX se vio muy influido por los grandes movimientos políticos de la centuria, como lo demuestra casi toda la producción plástica y muy clara y directamente, un ejemplo paradigmático de esa relación: el muralismo mexicano.

La revolución mexicana iniciada en 1910 con objetivos políticos de democratización de toda la vida nacional y en particular de sus instituciones, tuvo asimismo, hondas connotaciones sociales. Estas fueron aportadas por grupos de muy distinto signo y especialmente por las huestes agraristas de Zapata y Villa, y ejercieron un vigoroso influjo en la cultura mexicana y muy particularmente en las artes y las letras.

El muralismo mexicano –cuyo ejemplo se extendió por todo el subcontinente como una fuerte ráfaga de aire puro y vivificador- no hubiera tenido la profunda autenticidad que alcanzó ni hubiera logrado conmover tan hondamente a toda Latinoamérica e incluso al mundo entero, si se hubiera producido sin ese marco de referencia o divorciado de él.

Ese fenómeno plástico tan importante por sus valores intrínsecos y por la enorme influencia que ejerció, tuvo como antecedente directo la notable obra del grabador José Guadalupe Posada (1851-1913), quien supo condensar lo más incisivo del arte popular de su país, especialmente como ilustrador y caricaturista político de periódicos opositores al régimen paternalista y autoritario de Porfirio Díaz, (…) Su mordaz sentido del humor, su rica fantasía y muy especialmente sus compromisos con el hombre mexicano así como sus profundas inquietudes político-sociales, constituyeron lecciones y legados que fueron recogidos y enriquecidos por los grandes muralistas, algunos años más tarde.

Poco después de la muerte de Posada regresó a México el Dr. Atl (Gerardo Murillo, 1875-1964), pintor, vulcanógrafo y escritor que en Italia se entusiasmó con la antigua pintura mural y las ideas socialistas de Enrico Ferri. En su país dirigió el periódico revolucionario La Vanguardia, el que tenía a Orozco entre sus dibujantes, reaccionó contra lo hispánico sosteniendo apasionadamente la causa indigenista y adoptó el seudónimo que hizo famoso, el que significa agua en nahua. Posteriormente participó en el movimiento muralista y pintó volcanes, cráteres y peñascos.

Cuando la revolución mexicana ya había obtenido importantes triunfos y concreciones políticas, un grupo de jóvenes artistas revolucionarios fundó, en 1922, el Sindicato de Pintores, Escultores y Obreros Intelectuales, con el fin de contribuir al enriquecimiento de una cultura auténticamente popular y no individualista, directamente entroncada con la fuerte tradición comunitaria de la América precolombina. Con ello, procuraban asimismo contribuir como trabajadores de la cultura, a darle un contenido social a la revolución, la cual, a su juicio, aún no había emprendido en profundidad la tarea que juzgaban fundamental: cambiar las estructuras económicas de la sociedad mexicana, muy especialmente en todo lo relativo a la propiedad de la tierra.

Después de siglos de olvido e incluso desprecio hacia la cultura precortesiana, el grupo de jóvenes artistas que dieron nacimiento al movimiento del muralismo mexicano, redescubrió para su nación y el resto del subcontinente aquella rica herencia y se propuso adaptarla a las aspiraciones colectivas del momento, interpretadas por la gesta liberadora iniciada por la revolución de 1910, cuyo programa entendían que no sólo no estaba agotado, sino que era necesario cumplir hasta sus últimas consecuencias, especialmente en lo socio-económico.

El rescate del legado precortesiano en el México de principios de siglo, presenta no pocas similitudes con el redescubrimiento por parte del Renacimiento italiano del siglo XV, de la herencia grecolatina, con la diferencia de que aquí ese mundo que se quería recuperar, había quedado mucho menos desvanecido y distante, y había mantenido tradiciones, memorias y testimonios más directos, próximos y fuertes.

El pensador y político José Vasconcelos, entonces Ministro de Educación de México, comprometido con una concepción de la cultura netamente popular, entendida como creación colectiva de las grandes mayorías y por tanto con un denso contenido social y político, apoyó a los jóvenes del Sindicato de Pintores y alentó sus ideales. Así fue como el alto funcionario ofreció a Rivera, Orozco, Alfaro Siqueiros y otros, la posibilidad de decorar varios edificios públicos como la Secretaría de Educación y la Escuela Nacional Preparatoria, cuya concreción permitiría que el arte ganara las calles y los lugares públicos y saliera de su encierro en lugares sólo accesibles para las minorías, con el fin de marchar al encuentro del pueblo. Así se inició en ese 1922 el movimiento muralista mexicano, que habría de dejar tan hondas huellas en la cultura continental y del mundo todo.

Diego Rivera (1886-1957), realizó su primera exposición en 1907 y posteriormente obtuvo una beca que le permitió viajar a Europa, donde adhirió a las estéticas cezanniana y cubista. Regresó a México en 1921 y al año siguiente, después de contribuir a la fundación del mencionado sindicato, dio nacimiento al movimiento muralista con la decoración de la Escuela Nacional Preparatoria, paso inicial de un esfuerzo cuyo fruto sería la creación de un arte profundamente nacional con resonancias universales. Posteriormente decoró la Secretaría de Educación, la Escuela Nacional de Agricultura, el antiguo Palacio de Cortés en Cuernavaca y el Palacio de Bellas Artes.

Su gigantesca labor de muralista tuvo un paréntesis de un lustro, entre 1935 y 1940, lapso en el cual se dedicó a crear una serie de obras de caballete, se diría que como para demostrarse y demostrar que no había perdido sus anteriores y reconocidas aptitudes en esa técnica. Posteriormente, retomó en las décadas del 40 y del 50 su tarea como muralista, con renovados bríos. Otra de sus creaciones murales mas valiosas es la que ejecutó en el Palacio Nacional de la ciudad de México.



La entera obra de Rivera tiene un gran vigor, producto, quizás, del raro equilibrio que supo encontrar entre su fantasía, tan exuberante, creadora e imaginativa, y la fina captación de las características más esenciales y definitorias de su natal tierra mexicana. Rivera logró elaborar un arte profundamente popular y accesible incluso para los grandes sectores menos cultivados de su pueblo, con alusiones y símbolos muy claros y explícitos, no exentos de un cierto sentido aristocrático que lo lleva a demorarse con delectación en fastuosas y detalladas enumeraciones. Es interesante observar como el creador se detiene en prolijos análisis de multitudinarios pormenores, cantidades de seres y de objetos apiñados en sus murales, pero con maestría en el diseño y extremado equilibrio en el sabio ordenamiento de toda esa suma de elementos.

Respetando la bidimensionalidad del muro, Rivera sugiere los volúmenes mediante el valor de los tonos y una gran habilidad para hacer jugar los planos entre sí. En síntesis, la obra del artista capta las raíces más profundas del alma mexicana con sus singulares y dramáticos contrastes de luces y sombras, de alegrías y dolores, de fastuosidad y pobreza, de grandezas y miserias, con una inclaudicable pasión redentora, al servicio de la elevación de un noble pueblo que supo liberarse de ominosas tiranías.

José Clemente Orozco (1883-1949), fue discípulo de Posada, cuyo antiacademicismo profundizó, y realizó su primera exposición en 1916, cuando exhibió una serie de acuarelas que documentaban con realismo el dolor del pueblo mexicano. En 1922 pintó su primer mural en la Escuela Nacional Preparatoria, en cuyo patio mayor trabajó hasta 1927, ejecutando obras de un realismo decididamente expresionista, pero respondiendo a una composición geométrica. Posteriormente viajó a los Estados Unidos, donde en obras trascendentes denunció la deshumanización de la vida neoyorquina, y a partir de 1930 adoptó tonalidades brillantes en reemplazo de su anterior paleta baja, así como formas más llenas de dinamismo. Su arte culminó en la segunda mitad de la década del 30, cuando produjo, entre otras obras notables, los valiosos murales de la antigua capilla del Hospicio Cabañas, en Guadalajara, estimados por muchos como una de las más grandes obras del arte americano.

Orozco está considerado como el pintor por excelencia de la revolución mexicana por haber documentado los aspectos más destacados de esa gesta, y muy especialmente el agrarismo de Zapata y de Villa. En sus obras, el artista introduce el tema central desde el inicio, y lo va reiterando con variantes en un crescendo dramático, como una gran sinfonía sobre el hombre y la humanidad toda, vistos con una óptica que se enraíza con su experiencia personal. Su vigoroso realismo fuertemente expresionista es fundamentalmente intuitivo y barroco, anticlásico, y en sus mejores creaciones alcanza una sobrecogedora grandeza dramática y una rica plasticidad en la expresión de un sentimiento trágico de la vida.

José David Alfaro Siqueiros (1896-1974), desde su adolescencia profesó acendradas ideas políticas y sociales, lo que lo condujo a luchar denodadamente por sus convicciones toda su vida, no sólo con su arte, sino también con las armas. Cuando tenía veinte años combatió en el ejército constitucionalista de la revolución mexicana y en 1920 viajó como miembro del consulado de su país a París, donde prontamente hizo amistad con Diego Rivera. De regreso en su patria, en 1922 contribuyó a la fundación del Sindicato de Pintores y del movimiento muralista. En su pugna indoblegable por sus ideales sufrió cárcel en 1930-31 y se alistó en el ejército republicano de la guerra de España, de dónde regresó a su país en 1939. Siempre extraordinariamente aguerrido y combativo, volvió a ser encarcelado nuevamente, pero el presidente mexicano López Mateos dispuso su libertad en 1964.

Si bien todos los creadores del movimiento muralista se inspiraron en las culturas precolombinas, acaso haya sido Alfaro Siqueiros quien más intensa y profundamente lo hizo, y por ello quizás fue él quien más elocuentemente expresó en su obra esa indisoluble unidad entre el individuo y su comunidad que caracterizó a las civilizaciones antiguas del continente. Sus creaciones tienen un cálido y profundo contenido humano, un gran vigor constructivo y una fina captación intuitiva del mundo natural y exhiben, asimismo, una permanente búsqueda de nuevas posibilidades técnicas, de nuevas formas y de nuevos materiales. Las pinturas murales de este gran artista no sólo se encuentran en México, sino también en otros países, como los Estados Unidos, Chile y la Argentina.

Rufino Tamayo (1899-1991), algo posterior a los grandes muralistas mencionados, coincidió con ellos en la búsqueda de una expresión profundamente mexicana, pero procuró hacerlo con una metodología muy diferente, lo que al distanciarlo de aquel arte, le aseguró un lugar aparte en la pintura de su país. Como a su juicio aquellos importantes creadores frecuentemente quedaron aprisionados por las apariencias y cayeron en algunos pintoresquismos periféricos y trivialidades anecdóticas, con descuido de lo esencial y de los verdaderos problemas plásticos, él procuró no sólo penetrar en lo más auténtico de las lecciones precolombinas, sino también enriquecer sin preconceptos ni inhibiciones las posibilidades estéticas, aprovechando las experiencias de todas partes. Así fue como en sus obras intentó una síntesis en la que sobresalen los caracteres mexicanos adecuadamente armonizados con influencias muy diversas –especialmente de Picasso, Braque y los surrealistas- para lograr expresar un mensaje alusivo, de hondas raíces americanas y de vasta repercusión universal. Si bien produjo murales, en general prefirió el cuadro de caballete, el cual se presta más a su arte subjetivo, de extremada fineza y poética simbología, que procura expresar el mundo interior del ser humano y su sed de infinito, con imágenes extremadamente ricas y sugerentes.
Extractado con autorización del autor - a quien agradecemos profundamente - del capítulo correspondiente de “Historia del Arte Latinoamericano”, Editorial Asociación Cultural Kilmes- Argentina 1994

*Juan Carlos Lombán estudió en la Facultad de Humanidades de La Plata y obtuvo becas para perfeccionarse en Gran Bretaña y Estados Unidos. Fue rector y docente en la sección nacional del Saint George's College. Profesor en la Escuela de Bellas Artes Carlos Morel, donde dictó cátedra de Historia del Arte. Fue Director del Complejo Cultural Mariano Moreno, de Bernal y miembro de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes. Publica trabajos historiográficos desde 1946. Su libro “El Ochenta” (1980) fue galardonado con la Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Ha recorrido México y otros países de América Latina en procura de documentos e información.-
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